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Dancefloor. A Cyberpunk Story.

El reflejo de los neones en el local de Petrov se cortaban sobre la traslúcida piel de Ichimon. Blanca y sintética, cicatrices a la vista. Un trabajo impecable de hardware que le daba un aire técnico y peligroso. Entró a la pista de baile. Frenesí. Software forzando los músculos a la rotura. Performance recreada al milímetro. Desde el sofá del privado, Arita lo miraba y buscó la complicidad de sus acompañantes para empezar la verdadera fiesta. Locura colectiva. El polvo blanco lo inundó todo Entre risas entrecortadas por las ondas New Wave, las rayas de polvo cristalino volaban sobre la pulida superficie de la mesa. Todos  miraban al loco de Ichimon, en el club todos lo conocían y esperaban el gran truco final.  Pulsaciones acelerando. Romeo, con el pelo de la nuca erizado por la sobredosis de la sustancia sintética, se sumó a la pista junto a dos preciosas colegialas. La noche empezaba.  Decenas de jóvenes estudiantes llenaban la sala. La música pulverizaba sus sentido...

Metal Drive. A Cyberpunk Story

  El edificio era achaparrado y feo. La permanente luz crepuscular, presente en los niveles industriales bajo las autopistas aéreas, esquivaba las angulosas formas en las estructuras cercanas e incidía ofreciendo una sensación de eterna penumbra. Neones publicitarios en las fachadas. De reojo, miró el reflejo de la Aurora boreal artificial. Centenares de equipos de comunicaciones ocupando cada milímetro de espacio de las azoteas cercanas, formando un bosque artificial de aluminio, silicio y plástico. Sombras.  Con sobreesfuerzo ocultó sus andares tensionados. Se concentró en la sincronía. Era verano, pero sentía un frío intenso. La pierna derecha estaba destrozada.  La distancia se antojó eterna con un gruñido final se encaminó a la aún lejana entrada. Cada paso, una guerra. Dominio total. Para los últimos pasos, se concentró en dominar la musculatura facial para mostrar nada y ocultar el titánico esfuerzo.  Hot Market rezaban las letras del hortero letrero de neón v...

Cobalt 27. A Cyberpunk story

Notaba las rojas zapatillas pegadas en el acristalado escenario. Se mantuvo quieto deleitándose de la más absoluta oscuridad mientras escuchaba en su equipo coclear, muy distante, el murmullo de miles de fans. Instrucciones entrecortadas. Movimientos frenéticos en su visión periférica. Y sin previo aviso, mil soles prendieron la noche y la ansiosa masa enloqueció con los primeros acordes. Las Converse se tornaron puro fuego aumentando la cadencia a cada milésima. Los preciosos brazos de acero pulido arrancaban furiosos acordes de la Fender azul cobalto. El ritmo invadía su ser y lo estaba notando cerca del límite sensorial por suerte llegaron el boot de los fármacos. Subidón extremo. Los límites físicos se expandieron hasta el infinito y,  entre notas vibrantes, aceleró exponencialmente. Las notas se sucedieron, vertiginosas y apasionadas. Otro chute directo al cerebro. Los temas se sucedían y el clímax estaba próximo.  Sus ojos,  plenamente optimizados a los destellantes...

Ichigo. A Cyberpunk Story

El helado fluido le recorría las viejas cicatrices entre los implantes craneales. Su leve cosquilleo le reconfortó mientras lamía su piel. Despacio introdujo la totalidad de su rapada cabeza en el tanque de vuelo y su metabolismo modificado se emparejó, lentamente, a las duras condiciones. Miró los displays a través del desgastado metacrilato amarillento. Infinitas horas de vuelo. La cuenta regresiva marcaba el siete, el seis,...  Acumuló toda su energía para el momento final. Control de respiración. La máscara, de silicona negra,  extremadamente comprimida. No estaba entrando en condiciones óptimas. Lo sentía.  – Vaja las pulsaciones, y rápido, o vas a palmar. – El controlador de operaciones apremió a Yumiko por el canal interno. Su voz estaba alterada. El reloj bajaba vertiginosamente.  Se centró en el viscoso fluido. Le envolvía cómo Ichigo. Disfruto su tacto. Su increíble pericia. Su mente, divagaba entre miles de recuerdos… El imponente hotel Astoria en Londres,...

Hiroshi. A Cyberpunk Ink

Hiroshi se retorció en el anticuado asiento eyectable. Lo encontró en un desguace, tirado junto a una nevera fabricada en China. En la base, preciosa placa cromada serigrafiada de forma sobria: " Propiedad de la Fuerza Aérea de Autodefensa de Japón". Con los pies pegados a la sucia moqueta desgastada, de su diminuto apartamento, y la espalda electrificada por la sobrecarga de los implantes neurales estaba aturdido mirando al exterior,  con la cabeza ligeramente ladeada, por la única ventana del diminuto apartamento. Fuera, la oscuridad de la noche dominaba el skyline de Neón Tokyo sólo perturbada por la omnipresente contaminación lumínica. Destellos de plataformas de aterrizaje en las distantes azoteas. Luces de vuelo de miles de drones, verdes y rojos brillantes en la lejanía.   Golpes duros. Secos. La puerta salió despedida golpeando contra el monogiro Honda de Hiroshi.  – ¡ Hiroshi!. – Era extremadamente delgada y entró en tromba detrás de la puerta. El brazo derecho d...

Ramen

  Los fideos del ramen estaban haciendo su sonido característico mientras los sorbía con pura gula. Estaba sólo en el Yatai callejero de Mao disfrutando de sus deliciosos platos y detrás de las cortinas rasgadas por el uso, que ofrecían una parca intimidad, llovía intensamente. Era temporada de typhoons. Con extrema suavidad el anciano le dejó un delicioso Okonomiyaki y una Sapporo helada. Estaba humeante así que se deleitó con un largo trago de cebada fermentada. Desbloqueó la entrada de datos del terminal ocular. Un rápido vistazo. Descartó la mayoría de mensajes y con un doble parpadeo los bloqueó de nuevo. Con la barriga a tope, deambuló por las atestadas calles sin destino aparente. Entre dos tiendas de implantes ópticos importados de Brasil vió una pequeña tienda de material deportivo vintage y en el pequeño escaparate unas deportivas Nike. Estaban muy usadas pero le flipó el diseño retro sin duda serían suyas.  De vuelta a su apartamento nicho, se tumbó sobre la fría su...

Holo Café

El ajado brazo de metal rozó levemente la gastada superficie hendiendo la fina capa de mugre sobre el reluciente carbono. Hora punta. El olor a café sintético inundaba la atestada sala del HoloCafé. Detrás la barra de brillante carbono, un despropósito genético de ciento cuarenta kilos de DNA modificado.  Double Tap con el índice, en el que parecía el único espacio disponible de la saturada superficie. Miradas cruzadas con el Bar Man. Entendimiento. Letargo postural de la mole Ucraniana solo alterado por un leve reflejo en el párpado derecho, aluvión de pedidos entraban en su retina, acompañado de un gesto torcido de incierto origen. El impertinente índice aún se mantenía impertérrito y desafiante. Eternas milésimas.    Un golpe seco le devolvió a la realidad. Forzó su sistema sináptico al límite. Sin moverse un ápice empezó a filtrar la información de la sala principal. La gente era extremadamente descuidada con sus sistemas firewall. Patético. Al fondo,  a l...