El helado fluido le recorría las viejas cicatrices entre los implantes craneales. Su leve cosquilleo le reconfortó mientras lamía su piel. Despacio introdujo la totalidad de su rapada cabeza en el tanque de vuelo y su metabolismo modificado se emparejó, lentamente, a las duras condiciones. Miró los displays a través del desgastado metacrilato amarillento. Infinitas horas de vuelo. La cuenta regresiva marcaba el siete, el seis,...
Acumuló toda su energía para el momento final. Control de respiración. La máscara, de silicona negra, extremadamente comprimida. No estaba entrando en condiciones óptimas. Lo sentía.
– Vaja las pulsaciones, y rápido, o vas a palmar. – El controlador de operaciones apremió a Yumiko por el canal interno. Su voz estaba alterada. El reloj bajaba vertiginosamente.
Se centró en el viscoso fluido. Le envolvía cómo Ichigo. Disfruto su tacto. Su increíble pericia. Su mente, divagaba entre miles de recuerdos… El imponente hotel Astoria en Londres, el precioso Tommy's al lado del aeropuerto Internacional de Charles de Gaulle y su estancia en el kapuseru hotel Nine Hours de Narita. Pasión desenfrenada entre sábanas frías y… clímax solar. Súmmum de placer potenciado sintéticamente. Adoraba aquellas diminutas pastillas rojas que Ichigo le ofrecía sacándolas de una preciosa cajita nacarada.
La ola le arrancó de su ensoñación y el alma se partió en dos. La traslación sacudió todo su ser transformándola en unos y ceros.
A Cyberpunk Story de John Iron.