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Shutdown. Capítulo Final. A Cyberpunk Story

El vaho formaba intrincados diseños a cada respiración, ascendiendo hacia lo desconocido y difuminándose sin llegar a alcanzarlo. Acelerada. Inhumana cadencia. Angustiosa. Kon se mantenía encorvado en una esquina entre incontables plasmas interconectados, visiones pasadas y futuras fluctuaban ante él, pulsaciones furiosas sobre el febril teclado táctil. Desesperación. Impotencia ante la derrota. Alegría. Sabor a victoria. Juego de emociones sin fin. Angustioso. Horas de trabajo casi eternas. En el enorme lcd que tenía frente a sus metálicos ojos lluvia le líneas repletas de datos. Interminables. Galimatías entroncado. Tras dos días de descarga ininterrumpida estaba roto. Nimias reminiscencias eléctricas incontrolables en su extremidad derecha. El anticuado implante de titanio vibraba sutilmente, incapaz de ser controlado por su software saturado. Parkinson digital. Abrumado Kon estiró cada músculo de su cuerpo hasta el punto de fractura, arqueandose en heterodoxo ángulo en un vano...

Shutdown. A Cyberpunk Story

La música retronaba desde el interior del casco del exoesqueleto minero, el volumen era tan ensordecedor que la sala de operaciones desconectó el altavoz de la máquina Caterpillar. – Mick la unidad 13053 siempre va por libre?  – preguntó Johnson con voz cansada. Era el turno de noche y tras seis horas ininterrumpidas en la sala control, pozo cero punto siete, de la mina Mponeng de Sudáfrica, estaba agotado. – Sí tío, sus putos algoritmos de trabajo están jodidos pero ese montón de vieja chatarra americana encuentra más betas de oro que las nuevas máquinas Japonesas de Komatsu, por eso no la jubilan. – Apuntaré que la revisen cuando finalice el puto turno tío. Esa mierda de Heavy Metal me tiene loco. Las sirenas emitieron dos largos quejidos a la vez que las luces naranjas del ascensor se activaron, primero dubitativas y luego con inusitada cadencia, inundando durante el lento ascenso, el hueco del montacargas, de espectrales sombras. La plataforma de planchas de ...

The Mechanic. Capítulo II. A Cyberpunk Story

Tiró el inyectable al suelo. Dos gotas de sangre aún incrustadas en la fina punta de metal cromado mancharon la mugrienta moqueta Marrón del Hotel. El placer ya había penetrado en su torrente sanguíneo y el dolor que hacía horas que  le estaba atormentando parecía que se estaba diluyendo lentamente. Notó una punzada de dolor. Penetrante. El dolor estaba ganando la batalla a las drogas. Inexorablemente se expandió por todo su córtex frontal volando entre conexiones nerviosas a su paso. De golpe notó una fuerte presión en las sienes que aumentaba a cada latido del corazón. Pulsaciones disparadas. Horror. Pánico ante cada nuevo pinchazo. Su cerebro rechazaba los nuevos circuitos. Buscó nervioso dentro de la mochila táctica entre espasmos incontrolados. Desesperación. Necesitaba las dosis ya. Una convulsión larga lo paralizó. Un segundo de pausa. Rebuscó frenético. El tacto familiar del paquete de viales en su mano. Lo encontró, en un bolsillo interior al lado de dos cargadores...

Cyberpunk Nights, Capítulo II . A Cyberpunk Story

Una sensación agradable y reconfortante le invadió por completo. Estaba tumbado sobre una enorme cama y notaba la calidez del sol en la cara y el fresco olor a ropa de cama limpia. Las impecables sábanas blancas estaban bordadas, en precioso hilo dorado, con el logo del hotel Royal Majestic. Las manos jugueteaban con el blanco algodón mientras él se incorporó lentamente para mirar por el enorme ventanal abierto al exterior. Un a fresca brisa marítima inundaba todo. Un tremendo pinchazo en la médula espinal. La visión se nubló, sus piernas flaquearon y notó cómo su corazón se aceleraba exponencialmente. Martilleo en la sien a cada desbocado latido. Lenta e inexorablemente la luminosa habitación se desmoronó frente a él, los fragmentos se desprendían. Miró sus manos y con horror las vió desaparecer. Vértigo. Oscuridad. Una tremenda descarga eléctrica le provocó un dolor indescriptible. Su mente luchaba contra la oscuridad reinante y al fondo un punto de luz, desconcertante y ...

Cyberpunk Nights. A Cyberpunk Story.

Luces estroboscópicas multicolores desconcertando sus sensibles implantes oculares, trabajo al límite del software de decodificación de imagen. Pequeñas microinterrupciones en la visión periférica hacían que la enorme sala principal del club Nights, que estaba atestada de jóvenes bailando música techno dance, ofreciera imágenes casi espectrales en sus nuevos Sony rojo fuego. Se miró en el reflejo de los enormes espejos colocados en el techo. – Le encantaba como le quedaba su nuevo implante. – Pensó mientras se admiraba de todos los ángulos posibles hasta que al final se centró. Miró atentamente su mesa en la zona V. I. P,  la tenía a menos de un palmo y se le antojaba a kilómetros, disfrutaba el tibio contacto del material sintético del confortable sofá en sus enfundadas manos realizando lentos giros concéntricos. La noche se antojaba memorable.– Pura excitación en el semblante – realizando un esfuerzo titánico tomó un par de pastillas con un fino recubrimiento de glucosa amar...

The Mechanic. A Cyberpunk Story

El olor a soldadura era omnipresente. Llenaba todos y cada uno de los rincones del pequeño taller. En una esquina, al lado de un robot desmembrado estaba él reparando un circuito integrado. Los trozos de robots, androides, extremidades viejas y nuevas, para implantes de emergencia, computadoras, equipos electrónicos varios llenaban absolutamente todo menos el centro del diminuto espacio, como si ese fuera un altar a un culto ancestral, aquel espacio permanecía limpio y ordenado, solo ocupado por un quirófano Israelí de campaña. El bullicio matutino, de la atestada calle, se colaba por los viejos portones y lo invadió todo cuando las enormes puertas dobles de acero y cristal opaco se abrieron de forma quejumbrosa para darles paso. Las viejas y oxidadas bisagras no soportaban el brutal peso. Eran dos, con andares técnicos, implantes visibles y ropajes anchos que escondían ropa táctica, demasiado holgados. – Buenos días – Saludó el más alto, con acento muy marcado y falto de ritmo...