Luces estroboscópicas multicolores desconcertando sus sensibles implantes oculares, trabajo al límite del software de decodificación de imagen. Pequeñas microinterrupciones en la visión periférica hacían que la enorme sala principal del club Nights, que estaba atestada de jóvenes bailando música techno dance, ofreciera imágenes casi espectrales en sus nuevos Sony rojo fuego. Se miró en el reflejo de los enormes espejos colocados en el techo. – Le encantaba como le quedaba su nuevo implante. – Pensó mientras se admiraba de todos los ángulos posibles hasta que al final se centró. Miró atentamente su mesa en la zona V. I. P, la tenía a menos de un palmo y se le antojaba a kilómetros, disfrutaba el tibio contacto del material sintético del confortable sofá en sus enfundadas manos realizando lentos giros concéntricos. La noche se antojaba memorable.– Pura excitación en el semblante – realizando un esfuerzo titánico tomó un par de pastillas con un fino recubrimiento de glucosa amarilla, colocadas milimétricamente sobre la superficie de metacrilato de la fea mesa, estas modificarán su color a cada destello lumínico. Locura sensorial. Suave mordisco. Recompensa ligeramente ácida al paladar y meteórico ascenso en el torrente sanguíneo de droga genética de última generación importada directamente de China.
Un leve golpe en el antebrazo le obligó a descender del paraíso. Era el controlador de su reservado privado.
– Sr. Miyamoto , hay dos señoritas en el exterior que piden entrar para acompañarle vienen de parte del sr. Mao. – El impresionante gorila hablaba japonés con un acento Rumano muy pronunciado, casi ofensivo.
– Diles que entren– Ichimon sacó un fajo de billetes, en un gesto imposible y le entregó una suculenta propina al inoportuno animal. El exmilitar agarró el machacado papel con una ostentosa prótesis militar de titanio.
Las vió entrar en el privado, acaparando todas y cada una de las miradas, mientras en enorme soldado cableado hasta la médula abría espacio, entre la desfasada masa de jóvenes drogados, solo con su mera presencia. Sin duda, Mao se había superado, que dos increíbles bellezas, le costaban una pequeña fortuna pero después del increíble trabajo de Detroit se merecía una buena recompensa. – Pensó Ichimon reclinándose levemente hacia delante para agarrar la siguiente dosis de cápsulas amarillas mientras las admiraba. Se presentaron sin muchos formalismos, la primera usó un bonito nombre occidental, claramente falso, Angela. Le encantó el corte de pelo, extra corto y los increíbles brazos implantados y la escultural figura atlética recubierta por un vestido de látex negro que no dejaba lugar a la imaginación. La segunda chica era como una recreación de sus sueños más imposibles. Era una preciosa sintética, pelo largo verde brillante, ojos almendrados color azul intenso y figura de curvas imposibles que retaban las leyes más básicas de proporción acompañadas de una tela en seda roja totalmente ceñida que marcaba el más ínfimo detalle del esculpido cuerpo. – Esperaba que la programación estuviera a la altura. – Atinó a pensar mientras agarraba ansioso a ambas mujeres por la cintura.
Las siguientes dos horas transcurrieron de forma efímera. Casi como un sueño. Practicaron sexo en el reservado, las empotró violentamente contra el cristal traslúcido, por encima de las expectativas de cualquier mortal. La gente bailaba ajena, en la sala principal, al tremendo trío que estaban protagonizando. Cabalgó. Dominó. Se dejó llevar por los efectos narcóticos. La humana se lo folló literalmente. Incommensurable. Placer y más placer. Gozó. Se tumbó encima del sofá marrón oscuro y la preciosa sintética llevó las habilidades de su software al límite. El no podía más que gozar la perfección del diseño de sus ingentes senos. Brutal. El tacto de la fina piel, cálida y perfecta. En ese punto de la noche la humana participaba en la fiesta pero conocedora que no tenía rival disfrutaba divertida de destreza mecánica mientras reponía fuerzas con un par de dosis amarillas.
Los cristales explotaron en un millón de partículas sobre sus cuerpos desnudos. Se quitó a la androide de encima, por puro instinto, de un fuerte empujón aún medio aturdido por la explosión. Desconcertado miró el cuerpo desmembrado de Angela. Sangre, cerebro y circuitos salían por igual de su cabeza rapada. Una náusea le invadió. Notó la calidez de la sangre saliendo de sus orejas y mojando sus mejillas. La pobre sintética permanecía, en un trance epiléptico, en el suelo de moqueta azul con la espalda erizada por completo de cristales proyectados. Intentó incorporarse con un movimiento eléctrico pero sus piernas no le obedecieron y dió de bruces en el suelo al cara a cara con la destrozada cara de Angela.
– Mierda– Masculló antes de perder la conciencia.
Continuará...
Enjoy the Cyberpunk. Nos vemos en la próxima entrega en cyberpunk relatos breves
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