Enloquecidos, los indicadores transmitían señales de alerta. Sobresaturación de estímulos. Impacto inminente… Las horas de entreno aparecieron en ese preciso instante. Con determinación agarró con todas sus fuerzas los eyectores de la silla de piloto en carbono brillante y tiró de ellos, seco y duro. Mientras, observaba con pavor la trayectoria, del hielo de guerra, convergiendo hacia él. — Demasiado tarde.— Pensó Black Jack justo cuando le arrolló la muerte. Impacto. La sacudida inicial le arrancó su ser, pero la desconexión le entregó al vacío. La descompresión larga y dolorosa. Notaba todas las células de su cuerpo quebrarse, absolutamente deshidratadas, como si las hubieran expuesto a la temperatura del núcleo de una bomba atómica. Límite exponencial. Arcadas incontrolables. Vómitos brutales. Una sustancia gelatinosa azul brillante salía despedida de su garganta a cada desgarrador espasmo, inundando el minúsculo espacio. Hedor. La muerte lo miraba a sus vidriosos o...
El apartamento olía a la humedad propia de los apartamentos cercanos a los canales. Una fina línea de luz natural entraba por los cerrados ventanales, y quedaba absorbida casi de inmediato por un raquítico bonsái , que languidecía en una repisa repleta de sensores y antenas. El crepitar del hardware se multiplicaba, en la vacía sala, del piso franco . Los neones rojos de los equipos informáticos inundaban el espacio de luz fantasmal. La pesada puerta se abrió y entraron dos figuras humanoides. Paso decidido. Dejaron las bolsas de comida rápida al lado de dos grandes mochilas tácticas , pulcramente colocadas, sobre una moqueta azul celeste. El más alto se acercó al centro de la sala, dónde una mesa de plástico barato, despojada de sillas, esperaba repleta de equipo táctico minuciosamente colocado. Con destreza apartó unos detonadores y unos bloques de C4 para poder colocar la humeante comida asiática . El otro, aseguró la puerta y activó los sistemas de seguridad pasiva ....