Tiró el inyectable al suelo. Dos gotas de sangre aún incrustadas en la fina punta de metal cromado mancharon la mugrienta moqueta Marrón del Hotel. El placer ya había penetrado en su torrente sanguíneo y el dolor que hacía horas que le estaba atormentando parecía que se estaba diluyendo lentamente. Notó una punzada de dolor. Penetrante. El dolor estaba ganando la batalla a las drogas. Inexorablemente se expandió por todo su córtex frontal volando entre conexiones nerviosas a su paso. De golpe notó una fuerte presión en las sienes que aumentaba a cada latido del corazón. Pulsaciones disparadas. Horror. Pánico ante cada nuevo pinchazo. Su cerebro rechazaba los nuevos circuitos. Buscó nervioso dentro de la mochila táctica entre espasmos incontrolados. Desesperación. Necesitaba las dosis ya. Una convulsión larga lo paralizó. Un segundo de pausa. Rebuscó frenético. El tacto familiar del paquete de viales en su mano. Lo encontró, en un bolsillo interior al lado de dos cargadores...
Publicación periódica de relatos Cyberpunk. Un abrazo a todos los lectores! John Iron